lunes, enero 29, 2007

Algunas canciones

Antes de un viaje que me tendrá fuera casi una semana, me gustaría comentar aquí algunas canciones que he estado escuchando repetidamente estos días, sin ningún tipo de relación entre ellas más allá de que me encantan y de que os las recomiendo absolutamente. Las podéis encontrar aquí, en un archivo comprimido.

Doug Goodwin & Barbatsalos. "From Head To Toe". Mucho más que el famoso comienzo del principio de la Pantera Rosa, me gustaba el el cierre de esta fabulosa serie de dibujos animados. Para mí era algo especial el instante en el que aparecía esa especie de bólido de color rosa en el que se metían y, sobre todo, esa gran canción a la que me quedé enganchado desde entonces. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que esta canción es puro power pop, vitalista, pegadiza, feliz, en definitiva, y bonita desde el mismo comienzo, desde esa trompeta juguetona hasta el momento en que empiezan a cantar la melodía y también esos acordes tan conseguidos, subidos de volumen y que se arrastran. Y además, todo en menos de un minuto.

Herman's Hermits. "She's a Must to Avoid". Los ingleses Herman's Hermits, siempre tan blandos e inocentes, consiguieron uno de sus mejores momentos con esta canción del extraordinario P. F. Sloan, carismática, entrañable melodía desengañada que va al grano en apenas dos minutos. Con una mezcla de folk a lo Dylan y un estribillo arrebatador, interpretado con agilidad y con unos detalles insuperables (la guitarra que dobla la frase "Better take it from me" merece un premio), es difícil encontrar una canción más bonita y pegadiza. Será vuestra perdición.

Sam Cooke. "Chain Gang". El increíble artista del single nos regaló en 1960 esta canción de bases muy simples -como la mayoría de sus canciones-, en este caso prácticamente blues, con unos "uhs, ahs" marcando el ritmo, y una voz de contrabajo que entra antes de esa delicia de estribillo que cualquier grupo de la invasión británica copió alguna vez. Tanta sencillez y candor aturden, con pocas canciones puede experimentarse esa sensación de calidez y belleza. Una genialidad.

Tommy James & The Shondells. "I Think We're Alone Now". Tommy James obtuvo un éxito tardío (dos años después de que apareciera el single) con "Hanky Panky", canción que se basaba en una rotunda simplicidad. Después derivó a un estupendo y elaborado pop adolescente del que este tema es una de sus mejores muestras. Vibrante, emotivo, casi suplicante, suena muy moderno, podría haber sido grabado en los 80 por cualquier grupo de la new wave (de hecho, The Rubinoos hicieron una versión). El estribillo, sencillamente desarmante. Y el detalle del sonido nocturno con grillos en medio de una canción tan hermosa y joven no tiene precio.

The Easybeats. "Friday on my Mind". Los nunca suficientemente valorados Easybeats alcanzan uno de sus hitos con esta fenomenal canción que exhibe una tras otra sus mejores virtudes: una guitarra que suena casi barroca, obsesiva, virtuosa, pero nunca gratuita, que va trazando espirales en torno a la melodía, acompañada de unos coros muy metidos en el asunto. Un estribillo radiante, que despierta las ganas de saltar y bailar, un regalo a la vida, al instante de placer. Y una atmósfera misteriosa, un aroma extraño que los Easybeats lograron moldear como algo propio e irrepetible que les diferenció del resto de los grupos del merseybeat de los años 60.

Bob Dylan. "Visions of Johanna". A raíz de haber visto el increíble documental de Scorsese sobre Dylan, No Direction Home, he estado escuchando otra vez sus primeros discos, especialmente esta canción, que siempre ha sido una de mis favoritas. Ese sonido tan especial, tan propio de aquella época de Dylan, con ese órgano refinado llenándolo todo de luz y que pone los pelos de punta en cuanto entra, una de las melodías más hermosas y crípticas ideadas por él, todo absolutamente sirve para reconciliarse con el mundo en general, casi ocho minutos de placer puro e incorruptible.

¡Espero que las disfrutéis!

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martes, enero 23, 2007

Cómo empezó todo

En mi caso fue cuando tenía ocho años. Un día, mi padre puso un disco con una carpeta que me fascinaba. De colores tan vivos, con esas caras recortadas y los uniformes estrafalarios... Lo cierto es que no esperaba lo que empecé a escuchar. Anteriormente, de vez en cuando mi padre ponía canciones que me gustaban, aunque siempre me daba cierta vergüenza admitirlo. Ésta fue la primera vez en la que no sólo lo reconocí, sino que me hice fanático. Eran los Beatles, y el disco, el Sgt. Peppers' Lonely Hearts Club Band. Fue el salto con el que dejé atrás definitivamente los discos de música infantil. Al llegar del colegio, inmediatamente pedía que me pusieran ese disco. Era una maravilla, tanto el comienzo en el que una canción se mezclaba con sonidos de aplausos y ruidos de una banda, como esas explosiones repletas de instrumentos y con unas melodías preciosas, y hasta canciones que parecían indias.

El disco de los Beatles me marcó, para mí equivalía a acceder a un mundo misterioso pero también bello, divertido, las sensaciones que me asaltaban al escucharlo eran indescriptibles. Empecé a escribir redacciones en clase sobre los Beatles, a pedir los vídeos de sus películas para mi cumpleaños, a absorber como una esponja toda su etapa de pop psicodélico. Pero las cosas no acabaron ahí. A veces, cuando mi padre me llevaba en coche, ponía unas cintas con unas canciones muy alegres que me despertaban el mismo tipo de entusiasmo indefinible, una especie de enamoramiento abstracto que me hacía ser feliz en el momento en que las escuchaba o las recordaba. Ante mis preguntas, me dijo que era un recopilatorio de las mejores canciones de los Beach Boys. Ya tenía otra referencia que añadir a mis descubrimientos. Con el paso de los años, cuantos más grupos conocía, más consciente era de dónde me había metido.

Una vez se entra, la música es una pasión que permanece viva para siempre, es imposible perder el interés por ella. De niño me enamoré de aquellas canciones por su simplicidad e inmediatez, y actualmente las disfruto igual, quizá de una manera no tan pura, porque las canciones que se descubren hace años cambian con el paso del tiempo, y cuando se han escuchado algunos discos más, se ven de otra manera. Se tienen entonces en cuenta cosas como las influencias, a qué recuerdan, qué rastros de otros músicos hay, y esto es algo que las renueva continuamente y que hace que vayan "renaciendo" a lo largo de la vida, acompañando distintos momentos personales, haciéndose parte de la experiencia personal más íntima.

Hoy quería rendir un homenaje a esos discos que cambiaron nuestra forma de ver las cosas, que fueron esa especie de billete a un universo fascinante. La música se disfruta siempre, pero estos primeros recuerdos merecen ser enmarcados. Así que sólo me queda por preguntar: ¿cómo empezó todo para vosotros?

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jueves, enero 18, 2007

Dion, "Runaround Sue"

Hoy quería escribir algo sobre el doo-wop, un estilo que inundó las emisoras de radio a mediados de los 50 y que era un prodigio de armonías vocales y de melodías directas. Lo que me llama la atención de estas canciones es su gran inmediatez, es una música blanquísima, sin ninguna otra pretensión que gustar y poner el vello de punta con un sostenimiento rítmico vocal (de ahí su nombre). Al escuchar una de estas canciones inmediatamente la asociamos al imaginario de esas películas sobre los años 50 en Estados Unidos, con Cadillacs enormes y brillantes, hamburgueserías, institutos y bailes de fin de curso (nació como música para los jóvenes), y es que en realidad fue así al menos hasta 1963, cuando The Beatles prácticamente borraron el estilo del mapa. Por otro lado, sus baladas cristalinas y adolescentes dejaron una huella enorme en toda la música californiana, en grupos como The Beach Boys o Jan and Dean, que incorporaban normalmente la energía del rock, pero que cuando más blandos se ponían eran doo-wop en estado puro.

Surgieron infinidad de grupos, muchos de ellos de fama efímera (The Penguins, The Five Satins, The Silhouettes, etc.), y también, en 1956, la canción de Frankie Lymon & The Teenagers, "Why Do Fools Fall in Love", un hito absoluto que prefiguraría el prototipo de canción adolescente y sofisticada desarrollado más tarde por productores como Spector o los grupos de chicas. Pero mi álbum favorito de este estilo lo grabó el italoamericano Dion Dimiucci, directamente venido del Bronx, en 1961, y se titula Runaround Sue. De hecho, la canción que da título al disco es un gancho espléndido a la oreja, una de esas canciones enamoradas y que enamoran con un chorro de voz extraordinario que se quiebra para emocionarnos.

Las melodías ingenuas y adolescentes prosiguen con "Somebody Nobody Wants", mientras que "Dream Lover" parece una especie de rock a lo Buddy Holly, amable, inocente, pegadizo. "Life is But a Dream" es una de esas baladas del doo-wop en las que más claramente puede verse cómo influyó el estilo en la primera etapa musical de Brian Wilson. "The Wanderer" y "The Majestic" son otros dos singles directos en los que se expresa un doo-wop algo más duro, más tamizado por el rock. "Runaway Girl" ofrece sensibilidad y delicadeza, con ese teclado inocente, mientras que "Little Star" sigue asombrando con esa capacidad para desarrollar canciones que alcanzan directamente el corazón, encantadoramente irresistibles, y lo mismo puede decirse de "Lovely Word", chorros de melodía lanzados felizmente hacia un enorme cielo azul. "In the Still of the Night" es otra balada romántica y nostálgica, y "Kansas City", un antiguo rock de Leiber y Stoller para acentuar ese sonido más endurecido que busca Dion. Sin embargo, el disco termina con una de las múltiples joyas que nos regaló la dupla Goffin/King, una canción melancólica, hermosa y elegante con arreglos de cuerda que arañan por dentro.

El enorme final le da un valor añadido a un disco cuya inocencia y encanto pop nos acompañará para siempre desde el primer momento que lo escuchemos. Lo gracioso del asunto es que estas canciones repletas de amor, deseos de paz y buenos sentimientos no eran en esencia más que tópicos que provenían de las canciones tradicionales italianas que Dion conocía, pero que no tenían correlato en su propia vida de peleas callejeras en el Bronx.

Podéis encontrar el álbum aquí. También os recomiendo este blog, en español, lleno de pasión por el doo-wop y de discos para descargar.

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domingo, enero 14, 2007

Wilco: el camino a la delicia pop

Uncle Tupelo nos deparó a principios de los noventa algunas de las más excitantes canciones con sabor americano, iluminadas de vez en cuando por la capacidad y voluntad melódica de uno de sus líderes, Jeff Tweedy. Una vez finiquitado el grupo, este último se lanzó en busca de nuevos horizontes con una nueva banda, Wilco, donde ha podido dar rienda suelta a su fascinante versatilidad y ha configurado uno de los grupos más interesantes de los últimos años. En este artículo voy a hablar del que para mí es su mejor disco, Summerteeth, una impresionante obra maestra de finales de los noventa, un remanso de belleza y cultura pop que es consecuencia directa de la inagotable curiosidad de Tweedy y que, a causa precisamente de este espíritu de merodeador de la música, nunca volverá a repetirse.

Su primer álbum, A.M., de 1995, no se aparta demasiado del camino que había trazado Uncle Tupelo, aunque sí es cierto que quizá las formas estaban más pulidas, en busca de un sonido más limpio y radiable, y con un primer logro de esa nueva orientación que es la pegadiza, popera y tierna "I Must Be High". Después el disco regresa a los ritmos americanos más estándar, a los violines, a las steel-guitar, en canciones por otro lado fenomenales dentro de ese estilo, como la carismática "Pick Up The Change", cantada y tocada casi con desgana, como despreciando la enorme melodía que la sustenta. Todavía es un disco cargado de Gram Parsons, de Rolling Stones o Neil Young, Tweedy aún no sabe por dónde tirar pero sus capacidades como compositor se mantienen intactas.

Being There (1996) es fruto de ese querer tocarlo todo pero no saber con qué quedarse. La solución: grabar un disco doble, desbordante en cuanto a variedad, fascinante en su capacidad para no ofrecer nada mediocre a pesar del amplio espectro de estilos abarcados, algo así como una especie de White Album personal. La cultura musical que se demuestra es impresionante, toda una exhibición de dominio de los resortes de una gran cantidad de música. Aquí hay country (la emocionante "Far, far away"), power pop guitarrero de los 70 ("Monday", "Outtasite"), pop de autor a lo Lennon ("Forget the Flowers"), trallazos rock de estirpe Stoniana ("Red-eyed and Blue"), The Faces ("Dreamer in my Dreams"), Bob Dylan ("I Got You at the End of The Century"), el pop preciosista de los Beach Boys ("Outta Mind"), hasta folk ("Someone Else's Song"), todo, absolutamente todo, prácticamente un tratado de la música rock, con canciones que rayan un gran nivel y que componen un conjunto de asombrosa dispersión.

Y entonces Tweedy decide tomar uno de esos caminos trazados y explotarlo en un solo disco. Es el momento de Summerteeth (1999), álbum en el que se entrega a las melodías y a los estribillos, en una maravillosa orgía pop que es una de las páginas más brillantes de la historia del estilo. No es para nada un paso hacia la popularidad y hacia vender más discos, porque el pop que propone no es vacío ni de consumo, todo lo contrario, se nota mucho que detrás de cada canción hay un profundo conocimiento y respeto hacia los clásicos del género. Es un disco de música blanca, desenfadada, que huele a Beatles y a Beach Boys especialmente, con ese delicioso bombón de arreglos y de aroma veraniego que es "A Shot in the Arm", el entusiasmo que rebosa "I'm Always in Love", la más que pegadiza "Nothing's ever gonna stand in my way (again)", "PieHolden suite" y su delicada melodía, que se acelera de repente para emocionarnos en el instante preciso, "Via Chelt", que recupera un poco las raíces americanas, y "ELT", que vuelve al power pop por la cara. "When You Wake Up Feeling Old" parece un soul-pop ralentizado pero igual de infeccioso, y "Summer Teeth" es una canción brillante, ágil, pop perfecto y con contenido. Para resumir, una obra maestra en toda regla, un capítulo glorioso del pop que por su belleza se presta a ser escuchado continuamente a lo largo de los años.

Sin embargo, Jeff Tweedy no podía quedarse ahí, sintió que ya había explotado ese campo lo suficiente y decidió emprender una nueva orientación que continúa dejando impresionantes canciones pop de vez en cuando, supongo que en homenaje a lo que él mismo consiguió en 1999, pero que en esencia es algo distinto y elaborado bajo otro tipo de sensibilidad. En todo caso, hay que agradecerle que ya acabando la década nos dejara una última obra de amor por la melodía, de hermoso título, genial portada y, sobre todo, maravillosas canciones.


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sábado, enero 06, 2007

Las 100 mejores canciones del pop

He aquí la sorpresa: una lista sobre las que a mi parecer son las 100 mejores canciones de toda la historia del pop, entendido como ese estilo que empezó a desarrollar Buddy Holly al suavizar las formas del rock y darles un contenido mucho más melódico, pero sin perder su energía. Junto a cada canción escribo un breve comentario sobre por qué considero que merece estar en la lista. Mi última intención es que algo así parezca dogmático, sólo pretendo mostrar lo que a mi entender es un rápido panorama de la historia del pop (que extrañamente parece un estilo sometido a un concepto más general, rock, cuando en mi opinión son cosas distintas), y claro, una expresión de lo que yo creo que es el pop.

He puesto canciones, y no discos, porque para mí es la esencia de la música popular, el single redondo, sin más complicaciones, sin absurdas teorías de "disco como concepto" que muchas veces sólo sirven para camuflar la falta de ideas. Por eso no indico dónde aparece cada tema, ya que además muchos de ellos sólo fueron editados como single. En cualquier caso, si alguien quiere saberlo que lo pregunte en los comentarios y se lo diré. Y además, en este enlace de E-mule:


podéis encontrar un archivo comprimido con todas las canciones ordenadas.

¡Espero que os guste!

1. Buddy Holly
. Words of Love (B. Holly). 1957

Esta canción prefigura todo el pop que vino después: guitarras poderosas y cristalinas, una hermosa melodía y una base rítmica vibrante, elementos absolutamente novedosos en la época. Sin Buddy Holly las cosas habrían sido muy distintas y muchos de los nombres de esta lista ni siquiera existirían.

2. The Beatles. I Want To Hold Your Hand (Lennon/McCartney). 1963

Los mejores aprendices de Buddy Holly, que tomaron todas sus características y las enriquecieron con múltiples influencias de la música contemporánea. Pop por la cara, pegajoso y con un infinito talento que pasaría a formar parte inmediatamente del imaginario colectivo.

3. The Ronettes. Be My Baby (Barry/Greenwich/Spector). 1963

Posiblemente la canción ideal. Un comienzo con redoble y castañuelas imitado posteriormente hasta la saciedad, una insuperable melodía de súplica amorosa adolescente, una voz cargada de sensualidad e inocencia y unos coros que alcanzan la perfección en el estribillo. Todo esto le valió a Phil Spector la inmortalidad como productor.

4. The Beach Boys. Wouldn’t It Be Nice (Usher/Wilson). 1966

Brian Wilson fue un alumno aventajado del pop, con un talento inigualable para la melodía, que captó perfectamente el cambio de orientación que se estaba produciendo en 1966 hacia un estilo mucho más elaborado y sofisticado. Esta canción es un elogio descarado a la belleza y al espíritu, un canto al paraíso, alegre y entusiasta, plagado de campanillas y voces celestiales.

5. Love. Alone Again Or (B. MacLean). 1967

Las complicaciones psicológicas producidas por las drogas se convierten aquí en poesía y en belleza. Bryan McLean consiguió una canción extraña, llena de arreglos de viento mexicanos y de cuerda, pero sin renunciar en ningún momento a un maravillo espíritu pop.

6. The Byrds. Feel A Whole Lot Better (G. Clark). 1965

Qué decir de un grupo como The Byrds, que meten en la misma batidora componentes tan diversos como el folk norteamericano, Bob Dylan, las guitarras de doce cuerdas, el rock y las melodías de los Beatles. El resultado es esta inigualable canción, con un extraño aroma producido por las diferentes mezclas de estilos.

7. The Walker Brothers. The Sun Ain’t Never Shine Anymore (S. Walker) 1967

Un clásico absoluto desde el primer segundo, con ese aire opulento y majestuoso a lo Spector, y una melodía que fluye cual arroyo entre tanta elegancia, con la exquisita voz de barítono de Scott Walter. Pompa hermosa y decadente para una de las mejores canciones sobre el desamor.

8. The Kinks. Afternoon Tea (R. Davies). 1967

Entre tantas obras maestras de Ray Davies, mejor elegir ésta, más desconocida, pero que concentra todas las características que le hicieron grande: la nostalgia, el acentuado sabor británico y las melodías infecciosas, en este caso sazonadas con unos coros brillantes y con un estribillo que trataron de imitar sin compasión los grupos del brit pop de los años 90.

9. The Remains. When I Want To Know (B. Tashian). 1966

Para The Remains, su máximo logro fue llegar a ser los teloneros de los Beatles. Entre las sombras quedó esta canción, que incomprensiblemente nunca fue publicada, uno de los mayores hitos del pop británico, tres canciones en una: un comienzo misterioso y austero, un puente agresivo y casi punk, y un final glorioso en forma de explosión de azúcar. Perfecta.

10. The Searchers. Needles and Pins (Nitzsche/Bono). 1964

La mejor versión de esta canción corre a manos de The Searchers, un correcto y pulcro grupo de la invasión británica, aunque de segunda fila. Con la limpieza de su sonido transmiten a este tema una fuerza insólita, casi abrumadora en su mezcla de guitarras explosivas y una melodía dulce y adolescente que se ha convertido en una leyenda de los 60. Durante tres minutos, fueron grandes.

11. The Beatles. Help (Lennon/McCartney). 1965

La canción pop perfecta es ésta. Imposible hacerlo mejor con más sencillez. Talento en estado puro, todo en su sitio, ninguna voz de más, ninguna palabra de menos. Ideales golpes de efecto en las mejores partes de la canción y un excelente sentido de la armonía y de la conjunción de voces. Nada tiene desperdicio y nadie lo hizo tan bien como ellos.

12. Roy Orbison. It’s Over (R. Orbison). 1964

La mejor voz del pop se entrega aquí a la causa de la melodía triste, desazonada. La relación se ha terminado, y darse cuenta de esto pone los vellos de punta, sobre todo si nos lo cuenta Roy Orbison con una forma de cantar que no da lugar a la esperanza. Por momentos, casi de ultratumba. Posiblemente la canción que más llantos ha provocado.

13. The Rolling Stones. I’m Waiting (Jagger/Richards). 1966

Los acercamientos de The Rolling Stones al pop más puro y desenfadado siempre dieron estupendos resultados, y esta canción es la prueba de ello. A una melodía perfecta se le suma una voluntad de investigación, de nuevos sonidos que vayan más allá, ya tocando con las puntas de los dedos la psicodelia, y de hecho esta canción puede entenderse en parte como una especie de mantra pop.

14. The Move. Blackberry Way (R. Wood). 1969

Roy Wood, su compositor, siempre dijo que fue su mejor canción. Y no se trata de quitarle la razón, sino todo lo contrario, no podía estar más acertado. Una de las canciones más imaginativas de los 60, con la utilización de un órgano que parece de película de terror, y como contrapunto un brillante y soleado estribillo que mira cara a cara a los gigantes de la época.

15. The Zombies. Hang Up on a Dream (R. Argent). 1968

Inquietante explosión psicodélica entre pianos, violines y, sobre todo, la cálida y única voz de Colin Blunstone, con la culminación del estribillo, repleto de onirismo y poesía, uno de los momentos más bellos y misteriosos del pop. El mejor tema de un gran disco, Odessey and Oracle, que permaneció sin publicar durante muchos años.

16. The Beach Boys. God Only Knows (Usher/ Wilson). 1966

La canción con los mejores arreglos de todo el pop, que en ocasiones la dotan de un tono ultraterrenal y divino, como si Brian Wilson no estuviera componiendo, sino traduciendo las voces del más allá. Belleza paradisíaca y de ensueño plasmada con un grado de precisión que después Brian perdería. Una delicia para el oído y una enorme aportación al género humano.

17. The Merseybeats. Wishin’ and Hoppin’ (Bacharach/David). 1964

La mejor canción de Burt Bacharach, la que mejor demuestra su infinita habilidad compositiva, su inagotable inventario de recursos, su capacidad para mezclar varios ritmos y melodías que a priori no tienen nada que ver, sin que quede forzado. Composición tan compleja y matemática como encantadora y pegadiza, sobre todo gracias a la enorme versión de los Merseybeats y a la voz profunda y tierna de Tony Crane.

18. The Marvelettes. Please Mr. Postman (Dobbin/Garrett/Garman/Biranbert). 1961

La canción prototípica de los grupos de chicas de mediados de los sesenta: arreglos coquetos, voces casi adolescentes y coros emocionados, canciones de amor con una melodía arrebatadora, como la que nos ocupa. Atención a la guinda que es la parte final.

19. Four Tops. I Can’t Help Myself (Holland/Dozier/Holland). 1965

Canción enérgica e infecciosa, en esa frontera desdibujada entre el soul y el pop en la que frecuentemente se situaba la factoría musical Tamla Motown, y con su característica base rítmica. El tema, además, incluye una de las letras más deliciosas y sensuales del pop, su legendario e insuperable “sugar, pye, honeybunch”.

20. The Beatles. Lucy In The Sky With Diamonds (Lennon/McCartney). 1967

Paraísos artificiales, pero paraísos al fin y al cabo, que los Beatles cantaron como nadie en esta canción dedicada al LSD (¿queda alguien que todavía no lo crea?). Una explosión imaginativa sin precedentes, tanto en el fondo como en la forma, esta última inquietante, alucinógena, con sus instrumentos musicales indios, su bajo omnipresente y ese insólito punteo de guitarra que ya ha pasado a la historia. Y el estribillo, sencillamente genial, quizá el mejor del pop psicodélico.

21. Honeybus. Do I Still Figure in Your Life (P. Dello). 1967

Esta canción es puro pop de cámara, con sus cuerdas y sonido clasicista, pero la distingue la incontenible ternura que Pete Dello sabía expresar, tanto con su manera de cantar como con su forma de componer. Tristona y envolvente, con un sonido cálido, muy humano, que arropa y que invita a escucharla como algo especial susurrado al oído.

22. Elvis Costello. Oliver’s Army (E. Costello). 1979

Elvis Costello logró ir puliendo su estilo, hasta pasar de ser un extraordinario compositor del pop nuevaolero a un genial autor de canciones de pop atemporal. Ésta es su obra maestra dentro del estilo clásico: arreglos coloristas y una melodía emocionante que bebe de lo mejor de los 60. Gusto exquisito, gran talento y una de las últimas grandes canciones de los 70.

23. The Shirelles. Will You Still Love Me Tomorrow (Goffin/King). 1960

Lo que hace especial esta canción estándar de grupos de chicas es el estribillo, cargado de nostalgia y miedo a la desilusión, escaparate de los temores adolescentes, y envuelto por un ritmo elegantísimo, casi puntilloso.

24. The Lovin’ Spoonful. Do You Believe In Magic (Sebastian). 1965

Cómo hacer una canción increíble con cuatro retazos: una pegadiza introducción mediante acordes de guitarra y una melodía directa, sin trampas y feliz. Uno de los mejores ejemplos de que en esencia, el pop es sencillez.

25. The Seekers. Georgy Girl (Springfield/Dale). 1966

Este grupo australiano de folk, reconvertido a conjunto pop superventas, mejoraba cuando se apartaba de las canciones de fraternidad tocadas junto a la hoguera. La prueba es este magnífico tema, sin pretensiones de verdades profundas ni de salvar el mundo, bonito porque sí, cantado con una voz irresistible que se entrega a su melodía circular.

26. The Boys. Baby It’s You (The Boys). 1979

Podría hablarse de ellos como una excepción, un extraño caso en el mundo de la música pop: cómo un grupo que sólo publicó tres singles en vida consigue este clásico de todos los tiempos, todavía muy desconocido, pero que lo tiene todo para estar en el panteón de los grandes: una melodía inusual y atractiva, misteriosos coros con expiraciones y un estribillo a la altura del mejor Spector.

27. Sagittarius. Another Time (C. Boettcher). 1967

Muchas veces se dice que el sunshine pop era algo vacío, tramposo, sin contenido dentro de su carcasa de arreglos melosos y bonitos. Esta canción demuestra lo contrario: cómo a veces una gran y emocionante melodía queda mucho mejor en un envoltorio imaginativo. Ambrosía pop en apenas tres minutos.

28. The Who. The Kids Are Alright (P. Townshend). 1965

Esta canción inequívocamente huele a Beatles, en aquella época parecía algo inevitable, pero sin duda es un gran tema, pegajoso y alegre. Además, The Who saben aportar su particular sonido, un sonido en el que la fiereza de la guitarra parece siempre a punto de merendarse la melodía. La tensión resultante hace que esta canción sea única.

29. Syd Barrett. Baby Lemonade (S. Barrett). 1970

Syd Barrett vivía en otro mundo, y la mejor prueba es esta canción. Si alguna vez llegara a la tierra un disco con canciones marcianas, probablemente alguna de ellas se parecería a ésta. Una melodía insólita, preciosa en su excepcionalidad, y que dice mucho sobre lo que le pasaba por la cabeza al autor. Además, unos arreglos fenomenales y adecuados, incluido un teclado casi imperialista que lo invade todo y que da mucho miedo.

30. George Harrison. My Sweet Lord (G. Harrison). 1970

Ni hablar de plagio de oscuras canciones de grupos de chicas. Esto es algo único en su magnífica combinación de soul, gospel, folk y pop, en el gran acierto de los cánticos religiosos empleados como coros, en la delicada y modesta voz de Harrison, en el cambio de ritmo que se produce mediada la canción. Imposible encontrar algo remotamente parecido.

31. The Beau Brummels. Laugh, Laugh (Elliott). 1964

Impresionante canción donde la tristeza se palpa ya desde la armónica del comienzo. Una voz moderada, sin excesos y al mismo tiempo muy personal da forma a uno de los temas más infecciosos y directos de los 60.

32. Badfinger. No Matter What (P. Ham). 1970

La mejor canción de guitarras y melodía. Todo un caramelo pop lleno de sentimiento e inocencia, con una energía descomunal provocada por una batería y unas guitarras venidas directamente del rock. Con un sonido duro pueden hacerse canciones tan bonitas y limpias como ésta.

33. The Supremes. You Can’t Hurry Love (Dozier, Holland, Holland). 1966

Un clásico de la factoría Motown, con su especial sentido del ritmo, una melodía casi de juguete cantada con la voz dulce de Diana Ross, y nacida para ser bandera eterna de los amores adolescentes.

34. The Hollies. Just One Look (Doris Payne/Gregory Carrol). 1964

Canción ultrafamosa de Doris Tray, que The Hollies convirtieron en algo nuevo. Si la versión original era algo apolillada, The Hollies, con sus guitarras cristalinas, su irrefrenable ritmo y ganas de diversión y, especialmente, sus voces angelicales rozando la perfección, hicieron de ella un clásico del pop de todos los tiempos.

35. The Ramones. The KKK Took My Baby Away (J. Ramone). 1981

El punk normalmente está asociado a la transgresión y al desprecio de la norma, pero escuchando esta canción se descubre lo mucho que esto tiene de tópico. Joey Ramone era un fanático de las melodías clásicas, adolescentes y acarameladas de los 60, a las que aplicaba una particular aceleración. Y esto es lo que tenemos aquí, guitarras que van al grano con una melodía que en cuanto a belleza y sentimiento podría figurar junto a cualquier clásico atemporal.

36. The Flamin’ Groovies. Take Me Back (Jordan/Wilson). 1978

Flamin’ Groovies empezaron siendo un grupo de rock and roll sucio y primitivo, tendencia que fueron cambiando hacia una sensibilidad pop sin paliativos que tomaba como punto de partida los referentes de los años 60. En esta emocionante y nostálgica canción parecen los Byrds, los Beatles y Phil Spector, todos al mismo tiempo, y no sólo en cuanto a formas, sino también, y esto es mucho más difícil, en cuanto a calidad.

37. The Left Banke. Let Go of You Girl (Brown). 1967

Abanderados del pop de cámara en Estados Unidos, discípulos avanzados de The Zombies, los impresionantes The Left Banke alcanzaron aquí una de sus más elevadas cotas, con un teclado que se pega al alma nada más escucharlo y una canción que demuestra en dos minutos y medio que el pop ya era maduro y podía absorber cualquier influencia sin renunciar a su espíritu de inmediatez.

38. Game Theory. Regenisraen (S. Miller). 1986

Una de las joyas del folk de todas las décadas y la pieza que hace de este grupo uno de los más grandes –y desconocidos– de los 80. Sensibilidad, belleza otoñal y, especialmente, un estribillo a varias voces que alcanza niveles de experiencia mística: imposible definirlo con palabras, mejor escucharla y dar gracias a Scott Miller y al excepcional estado de forma en el que se encontraba cuando la compuso.

39. Rockpile. Heart (N. Lowe). 1980

Realmente tiene mérito componer, ya casi acabados los 70, este clásico del sonido Motown, del pop inocente de principios de los 60, con un chorro de voz emocionado y casi enamorado y con la energía de las guitarras de la nueva ola. En aquella época, el talento de Nick Lowe parecía no tener límites.

40. The Nerves. When You Find Out (P. Case). 1976

The Nerves se inventaron en Los Ángeles una escena de donde no la había. Con tan sólo un EP en su haber, hicieron que muchos de los grupos del momento volvieran a tomar a los Beatles y a los Rolling Stones como punto de referencia. Esta canción tiene una innegable sensibilidad Beatle, un tanto acelerada y directa por el espíritu de urgencia punk, rabiosa en su despecho, genial en sus logros. Pegadiza, emocionante e inolvidable.

41. Gram Parsons. She (Ethridge/Parsons). 1972

Gram Parsons consiguió llevar el country a un punto donde era muy difícil considerarlo simplemente como tal. Influido por toda la música de los 60, en esta canción obviamente hay country, pero impregnado de una irresistible sensibilidad pop que la convierte en algo hermoso y mucho menos definible. El poder absorbente del pop conseguía hacerse con los sonidos más profundos de Norteamérica.

42. The Raspberries. Go All The Way (Bryson/Carmen). 1972

Dos canciones en una y, de paso, lo mejor que hicieron nunca los Raspberries. Al principio parece una canción muy salvaje, rockera y cruda, pero enseguida cambia el chip y nos encontramos con una joya pop a varias voces que tranquilamente podrían haber firmado The Beach Boys. El resultado del contraste: una canción tremendamente pegadiza.

43. The Specials. It Doesn’t Make It Alright (Dammers/Golding). 1979

Siguiendo con la capacidad del pop para adoptar cualquier tipo de forma, The Specials hicieron lo propio con el reggae. Insuflaron un nuevo espíritu al pop, impregnado de tintes muy exóticos, caribeños, pero la limpieza de su melodía no deja lugar a la duda: esto es pop en mayúsculas.

44. Gerry and The Pacemakers. I Like It (M. Murray). 1963

Si alguna suerte tuvieron Gerry and The Pacemakers, que jamás compusieron sus propias canciones, fue tocarles algunos de los mejores temas del pop británico de los 60. Éste es indudablemente uno de ellas, alcanzó el número 1 sin problemas y es un tesoro de la inocencia y de la expresión de sentimientos puros.

45. Blues Magoos. Queen of My Nights (D. Blue). 1966

Blues Magoos pertenecen más bien a ese tipo de rock psicodélico que se prodigó a finales de los 60, pero esta canción, que les regaló un oscuro cantautor californiano, es una gloriosa excepción en su obra. Un órgano sensual, unas voces nocturnas y veraniegas y una melodía suplicante que se transformaba en portavoz de los sueños húmedos adolescentes.

46. The Small Faces. My Mind’s Eye (Lane/Marriott). 1967

La mejor canción de Small Faces, y no sólo porque la melodía es terriblemente atractiva, sino por la energía con que la tocan, con esa batería destructora y esas guitarras tan salvajes para estar sólo a mediados de los 60. Una canción reflexiva golpeada constantemente por la fiereza del grupo.

47. Frankie Lymon & The Teenagers. Why Do Fools Fall in Love (F. Lymon). 1956

Esto es un clásico del pop primigenio, compuesto por Frankie Lymon, que por entonces sólo tenía trece años y que terminó su vida heroinómano y en la ruina. Injusto final para el compositor de una de las canciones más influyentes del pop, en la que destaca la voz desgarrada, que se eleva en falsete en los momentos más emocionantes, sin perder nunca la dulzura y el encanto de la melodía.

48. Teenage Fanclub. Neil Jung (N. Blake). 1995

El mejor grupo de los 90 nos deparó esta excepcional canción en la que se mezclan el estilo de tocar la guitarra (denso, casi físicamente palpable) de Neil Young, las armonías vocales de los Byrds y una melodía que podrían haber firmado Lennon y McCartney. Insuperable.

49. The Easybeats. Pretty Girl (Vanda/Young). 1967

Los australianos Easybeats nunca fueron un grupo al uso, y ni mucho menos un grupo segundón. Quizá su mejor canción sea ésta, en la que se ve claramente su excepcional virtud de poblar la tradicional estructura de la invasión británica con unas zonas oscuras, casi esotéricas, que no tenían precedentes, que no venían de ninguna parte. Misterio y belleza a partes iguales.

50. The Choir. It’s Cold Outside (D. Klawon). 1967

Podría ser un clásico de las canciones power pop de mediados de los 70, por su aceleración, por su inmediatez, por su amor por la melodía y su estribillo imborrable, pero lo verdaderamente grande es que fue grabada a finales de los 60. Gloriosa la batería inicial para una canción que se adelanta casi una década a su tiempo.

51. John Lennon. Starting Over (J. Lennon). 1980

Cuando John Lennon parecía acabado, y poco antes de que lo asesinaran, se sacó de la manga una de sus obras maestras, que es una especie de refrito del pop de los 60 con un sonido mucho más moderno y con toda una serie de cambios de ritmo, de registro vocal y de melodía absolutamente brillantes, al alcance de muy pocos compositores. Lo mejor, aparte de apreciar su adictiva complejidad, es dejarse llevar por las fragancias que desprende y por el placer que produce su escucha.

52. The Smithereens. Strangers When We Meet (P. DiNizio). 1986

A mediados de los 80, una vez finiquitada la nueva ola, se produjo en Inglaterra un oasis musical a cargo de una serie de grupos que proponían un pop muy clásico, frecuentemente nostálgico y de guitarras cristalinas. Éste es el caso de The Smithereens, que con esta canción se alzan con el triunfo. Es un tema memorable por su energía, por lo excepcional de su melodía, que rasga con acierto en lo más hondo del recuerdo, pero sin renunciar a las ganas de gustar y de ir al grano.

53. XTC. Senses Working Overtime (A. Partridge). 1982

Uno de los grupos más infravalorados de la música en general, herederos directos de las mejores esencias del pop británico y autores de un personalísimo estilo que dejó huella en los años posteriores por su variedad y talento. En esta canción se mezcla un estribillo genial con un cierto aire superficial del folk inglés que hace el asunto mucho más auténtico, rasgos que comparten la mayoría de las canciones de su imprescindible English Settlement.

54. The Buzzcocks. Ever Fallen in Loven (P. Shelley). 1978

The Buzzcocks fueron los reyes de las canciones redondas y del desahogo adolescente. Sus problemas de amor, desengaño y celos quedaron magníficamente plasmados en temas como éste, directos y poseedores de estribillos furiosos y difíciles de olvidar.

55. Any Trouble. Yesterday’s Love (C. Gregson). 1980

Una de las mejores canciones de la nueva ola, tanto por los juegos de voces, como por el desenfado de las guitarras y el ritmo vitalista. Memorable desde el principio hasta el final, pegadiza hasta la exasperación y repleta de talento y energía sin pretensiones.

56. Pulp. Something Changed (J. Cocker). 1995

Jarvis Cocker, más allá de su pose posmoderna y de su papel de protagonista de revistas de moderneo, fue uno de los compositores más dotados de los 90, como demuestra esta canción, una de las más hermosas y tiernas de la década, y con unos arreglos de cuerda que ponen los pelos de punta. Aquí no hay nada bailable ni himnos generacionales absurdos, tan sólo un talento en estado puro centrado en construir una magnífica canción.

57. Joy Division. Love Will Tear Us Apart. (I. Curtis). 1980

El mejor logro de Joy Division llega cuando dejan de querer crear una atmósfera malsana y oscura, cuando más se apartan de la etiqueta que les ha caído en desgracia, la de post-punk. De este modo consiguieron también su mayor éxito comercial. La canción es un hito de la desesperanza con las formas de un pop muy accesible, entre la personal voz de Ian Curtis, el terriblemente adictivo bajo y esas cuerdas de ensueño. Todo esto pone en evidencia que los espíritus atormentados no están reñidos con la belleza.

58. Nick Lowe. Nutted By Reality (N. Lowe). 1978

De nuevo el inabarcable talento de Nick Lowe, esta vez con una canción explosiva que empieza de una manera carismática, podría decirse que muy comercial con su guitarra funky y sus juegos de palabras, para luego dar paso a una melodía suave, melancólica, absolutamente mccartniana, que lo convierte todo en un conjunto genial, impredecible e imaginativo.

59. Shangri-Las. Leader Of The Pack (Morton/Barry/Greenwich). 1964

Uno de los grupos de chicas con más personalidad, dedicadas a cantar canciones tan trágicas como de cartón piedra, pero que contaba con la presencia de Mary Weiss, tan hermosa como frágil, y poseedora de una de las voces más estremecedoramente sensuales del pop. Esta canción se ocupa de una historia de película –enamorarse de un motero que muere en un accidente– que por entonces las adolescentes creían al pie de la letra, como si fuera la realidad del día a día, pero aun así es irresistible por su forma de golosina pop, sus coros, la voz de Mary Weiss entrando en la canción con fuerza, garra y dulzura y ese carismático detalle del sonido de una motocicleta.

60. The Keys. I Don’t Wanna Cry (The Keys). 1979

Me atrevería a asegurar que ésta es la canción más pegadiza de la historia, porque no tiene trampas, no engaña, va a lo que va, a repetir una y otra vez una melodía pegajosa que no aburre, sino que si se alargara durante varias horas la escucharíamos con el mismo placer. Y todo esto con la envoltura de unas guitarras cristalinas a lo Buddy Holly y unos magníficos juegos de voces. Toda una lección a los que entienden la música como experimentar por experimentar y olvidan que emocionar es lo más importante.

61. Paul McCartney. Junk (P. McCartney). 1970

Cuando Paul McCartney deja los Beatles, pasa a convertirse en uno de los autores más importantes de los 70, ajeno a modas contemporáneas, centrado en desarrollar disco a disco su propio estilo. Ésta es una de sus mejores canciones, y también la más triste, la más emocionante en su sencillez. Una bonita melodía y apenas una guitarra es todo lo que necesita.

62. Dusty Springfield. I Only Want To Be With You (Hawker/Raymonde). 1964

1964 fue un año grande, parecía que casi todo lo que se producía se convertía en clásico. A esta época pertenece este tema, muy accesible, también muy comercial, pero de un encanto innegable. La voz de Dusty Springfield jamás sonó tan convincente, tan emocionada, y esto se explica porque tenía en sus manos una melodía sin precio, enorme, que habría entusiasmado a cualquier cantante. Geniales también los coros femeninos, que hacen más bonita la canción si cabe.

63. The Undertones. It's Going To Happen (Bradley/O'Neill). 1981

The Undertones pasaron de ser los reyes del punk-pop a buscar un sonido más sotisficado, lo cual les valió el ninguneo y el desprecio, pero es cuando consiguieron sus mejores canciones. Este tema estremece por sus arreglos impredecibles, por la carismática voz del cantante Feargal Sharkey amoldándose ahora a un pop de autor lleno de clase. Memorables la guitarra del comienzo y el estribillo.

64. Stiv Bators. I’ll Be Alright (Secich/Bators). 1979

Otro caso de mutación dentro de la música, Stiv Bators deja de lado el punk por el que se dio a conocer y se mete de lleno en la nueva ola y en el pop inmediato que ésta promulgaba. Su sonido se hace escrupulosamente limpio, su voz parece más emocionada, y esta canción fresca y joven nos invita a tararear con entusiasmo su pegadiza melodía de pop de guitarras.

65. The Jam. Monday (P. Weller). 1980

Paul Weller fue puliendo poco a poco su pop energético que miraba indisimuladamente hacia The Who, hasta conseguir artefactos como éste, una canción elegante, ya sin guitarras a lo Townshend, donde prima el genio compositivo, la armonía de las formas, el clasicismo.

66. Elliott Smith. Alameda (E. Smith). 1998

La sordidez hecha canción, ya desde ese sonido de batería seco, desganado, para acabar en plena desesperación cuando Elliott Smith empieza el estribillo. Un maestro del pop triste y quizá el mejor talento de los 90, no es extraño que terminara con su vida clavándose un cuchillo.

67. Dwight Twilley Band. You Were So Warm (D. Twilley). 1976

Una banda de dos componentes que en plenos 70 están obsesionados por la música de los 60 y que sólo graban dos discos. En el primero de ellos está incluida esta joya, lo que Abba habría hecho si hubiera tenido mejor gusto, sensible, exquisita, cuando llegamos a ese sonido de pandero casi no podemos creer que sea posible tanta clase concentrada, tanta decisión en hacer las cosas bien. Una canción de desamor distinguida, sin artificios, madura y llena de vida.

68. Nashville Ramblers. The Trains (C. Rusk). 1983

Un caso excepcional en la historia del pop, ya que el autor de esta canción, Carl Rusk, sólo compuso otra más, casi igual de buena que ésta. Sin embargo, la que nos ocupa figura en esta lista gracias a ese sonido de gran producción a lo Spector ejecutado con una sencillez insólita, como quien no quiere la cosa, como si no supiera que ha conseguido uno de los clásicos del pop de siempre. El estribillo, sencillamente magistral, no pertenece a ningún año en concreto, se mueve a gusto entre las esencias más puras del pop.

69 The Go-Betweens. Cattle and Cane (The Go-Betweens). 1983

Grupo que se cuenta entre los más distinguidos del pop británico de comienzos de los ochenta, aunque eran australianos. Otros grupos más populares, como por ejemplo The Smiths, les deben a ellos ese particular sonido anguloso y al mismo tiempo melódico. Estas características se ponen aquí al servicio de una canción ensoñadora, de recuerdos infantiles, casi pastoral, porque las formas arriesgadas no están sólo para tratar las oscuridades del alma.

70. The Cowsills. The Rain, The Park and Other Things (Duboff/Kornfeld). 1967

Este grupo era paradigma de toda la quincallería hippie y sus empalagosos arreglos y, no obstante, logran aquí un curioso equilibrio que hace que esta canción sea estupenda. La melodía es decididamente bonita, la mejor que hicieron nunca, y los arreglos, por una vez medidos, aunque igualmente exuberantes, le hacen justicia.

71. Squeeze. Is That Love (Difford/Tilbrook). 1981

Squeeze nunca intentaron ocultar, antes de degenerar hacia la comercialidad más barata, que su influencia principal eran los Beatles. El sonido de su grupo favorito es aquí más que evidente, sin embargo se le une ese particular sentido de la melodía sofisticada que tenían, junto con un ritmo sin concesiones que hace que la canción evolucione vertiginosamente hacia el final, sin espacio para el aburrimiento.

72. Peter and Gordon. A World Without Love (Lennon/McCartney). 1964

Los Beatles nunca la grabaron, quizá porque parecía una parodia de sí mismos, pero en manos de Peter and Gordon se convertía en una canción de insólita belleza e inocencia, limpia tanto en formas como en contenido, y por eso no es raro que se aupara fácilmente hasta el número 1.

73. Spongetones. Now You’re Gone (Walters). 1984

La mejor canción posible sobre el desamor, brillante en su ausencia de dramatismo o de exageración, tan moderada, limpia y bonita que la tristeza que expresa se multiplica por mil, y encima con las costuras de todos unos expertos en pop cristalino como son Spongetones. Poco aconsejable escucharla mientras se recuerdan amores pasados.

74. The Poppees. Jealousy (The Poppees). 1976

Unos fanáticos que creen ser los Beatles y que graban en plenos 70 una canción hecha para que las fans chillen y se desmayen, para poner al máximo volumen en los guateques, para llegar directos al número 1 de las listas. Desgraciadamente, estaban fuera de tiempo y a nadie le importó demasiado esta canción de aromas sesenteros. La producción corrió a cargo de Cyril Jordan, otro fanático de los Beatles y alma de Flamin’ Groovies.

75. Liliput. Die Matrosen (Freund/Hafner/Marti/Schifferle/Schleitzner). 1980

Al principio la canción engaña. Sus bajos angulosos y esos sonidos de saxo nos hacen creer que estamos ante otra estéril, pretenciosa y repetitiva canción de post-punk. Sin embargo, de repente se abre el cielo y la agresividad se convierte en una maravillosa melodía pop que no es cantada, sino silbada. La mejor prueba de que el post punk empleado sin complejos podía dar excelentes resultados.

76. Kevin Ayers. May I (K. Ayers). 1970

Canción que empieza con unos acordes de guitarra muy en la línea de Velvet Underground, y que da paso a una misteriosa, fascinante, retorcida y atemporal melodía, cantada con sencillez, como quien revela poco a poco un secreto. Por otra parte, los delicadísimos arreglos de saxo y una pluscuamperfecta línea de bajo se adhieren a la canción como si no fuera posible imaginarla de otra manera.

77. Mink de Ville. Just To Walk That Little Girl Home (De Ville/Pomus). 1980

Uno de los fenomenales arrebatos baladísticos de Mink de Ville, siempre con su marcado tono Spector en el aire, en este caso rematado con un cierto color latino y sonidos de acordeón. Romanticismo y bohemia, con unos teclados que remarcan esa sensación de película decadente, crepuscular, de poetas y alcoholismo.

78. Danny Kirwan. Best Girl In The World (D. Kirwan). 1975

El mejor exponente del tipo de pop que McCartney puso de moda a mediados de los 70: muy sencillo, casi pastoral, directo a la melodía bonita y a la expresión de sentimientos inocentes. Esta canción de Danny Kirwan contiene todo esto y, además, una discreta orientación cabaretera que la hace más fascinante.

79. Cheap Trick. Come On, Come On (Nielsen). 1977

Cheap Trick eran los maestros en el arte de crear una melodía explosiva, energética y adictiva. Era rock, pero también –y mucho– pop. Los acordes y la melodía se combinan en una progresión deliciosa, de puro power pop, algo semejante a unos Led Zeppelin fuera de contexto, como si les hubieran dado un baño de azúcar.

80. The Knickerbockers. Lies (Charles/Randell). 1965

Canción equiparable en cuanto a calidad a cualquiera de las de los Beatles de ese momento, pero eso sí, con una carga añadida de potencia guitarrera inusual en los fab tour, casi más cerca del crudo garage que del pop. Sin embargo, el estribillo no deja lugar a dudas, queremos escucharlo una y otra vez, es puro pop camuflado por una estructura más cercana al rock and roll.

81. Material Issue. Next Big Thing (J. Ellison). 1992

Ultradesconocido grupo de power pop sin complicaciones que con esta canción, perteneciente a su segundo disco, logran un genial equilibrio entre la inmediatez y la falta de pretensiones y, por otro lado, un innegable tono reflexivo y más trascendente, los dos se muerden la cola y no acaba siendo ni trivial ni plomiza. En todo caso, maduro y ágil pop de autor.

82. The Long Ryders. Born To Believe in You (Griffin). 1983

Los instrumentos country al servicio de una estructura descaradamente pop, como si los grupos de la invasión británica hubiesen cambiado sus guitarras por un banjo y una steel guitar. Una de las melodías más memorables de principios de los 80, adornada con un original y delicioso envoltorio de raíces.

83. Ken Stringfellow. Uniforms (K. Stringfellow). 2001

La mejor canción de Ken Stringfellow, superior a cualquiera de los Posies –y esto no es decir cualquier cosa–, al menos desde una perspectiva pop. Reverencia por la melodía, en este caso nostálgica, emocionante, con una voz que por facultades exhibicionistas podría triunfar en cualquier concurso de Operación Triunfo, pero que aquí sólo está al servicio de ofrecer belleza, de sentir placer físico al escuchar ese estribillo fuera del tiempo e inflado por unos teclados celestiales.

84. Phil Seymour. Baby It’s You (P. Seymour). 1980

Phil Seymour compuso lo más parecido a la canción power pop perfecta. Una melodía rápida, repleta de pegadizos y vertiginosos acordes de guitarra, de ritmo, adicción, sin tiempo que perder, doblando la voz en los momentos más emocionantes, inmediata, sin introspecciones baratas, todo entusiasmo y energía.

85. The Palace Guard. Falling Sugar (Leka/Rush). 1966

Las mejores canciones contienen melodías que no se sabe de dónde vienen, que enganchan por unos motivos un tanto inconcretos, que insinúan cosas de una manera que parece mágica, como si estuviéramos recordando algo que ya hemos vivido y que teníamos olvidado. Y todo eso lo despierta esta canción de este olvidado grupo, de un estribillo fantástico que parece, de tan etéreo y hermoso, robado de un sueño.

86. The Scruffs. Break The Ice (S. Burns). 1977

Esta canción es pura anfetamina. La personal voz de Stephen Burns habla de complejos adolescentes, de perseguir a las chicas, es decir, de temas algo ingenuos, pero la compleja estructura de esta canción revela una madurez compositiva fuera de lo normal. Energía al servicio de la melodía, y tema contenido en uno de los mejores y más desconocidos discos de los 70, Wanna Meet The Scruffs?

87. Donovan. Wear Your Love Like Heaven (Donovan). 1967

Esta canción posee un extraordinario aroma mágico y onírico, como si se tratara de la banda sonora de Alicia en el país de las maravillas. Armonías vocales, una melodía sosegada pero profunda, y el empleo de instrumentos exóticos como un xilófono para configurar esta pequeña fantasía de paz y amor hippy.

88. The Last. Every Summer Day (J. Nolte). 1979

Un reconocido ejercicio de nostalgia, con una letra que trata sobre playas californianas, chicas, coches y hamburgueserías, hasta que llegan The Beatles y lo fastidian todo. Canción de surf en plenos 70 que es a la vez una reivindicación de los años dorados y que no hubiera desentonado en ninguno de los primeros discos de The Beach Boys.

89. Gants. I Wonder (S. Herring). 1965

Estuve mucho tiempo preguntándome si esta canción merecía estar en la lista, ya que parte descaradamente de "In my life", de los Beatles. Después llegué a la conclusión de que como canción es tan enorme que en esencia es totalmente distinta del tema de Lennon. Pop de quilates con acelerado espíritu Beatle.

90. Big Star. For You (J. Stephens). 1978

El batería de Big Star, Jody Stephens, se destaca con uno de los mejores temas de la banda, que empieza siendo acústico y sentimental, muy en la línea de lo que habían hecho Alex Chilton y Chris Bell en discos anteriores, pero el estribillo desesperado, con esas cuerdas inquietantes, le da a la canción un matiz diferente, la pone a la altura de las otras canciones precisamente porque aunque estilísticamente son similares, no se dedica sólo a imitarlas.

91. The Monos. Mad Lover (F. Ashcroft). 1980

Una magnífica canción del grupo más desconocido del mundo, ya que por el momento me ha sido absolutamente imposible encontrar ninguna información sobre ellos. El tema es una original mezcla de tiempo lento, con la melodía triste quebrada de vez en cuando por una guitarra herida; un estribillo explosivo y emocionante que sólo aparece ya avanzada la canción, y la subida de revoluciones para acabar que le da un tono rockero muy fresco, y que de esta manera aligera toda la negatividad anterior.

92. The Shins. Kissing The Lipless (J. Mercer). 2003

Cuando The Shins se dejan de tonterías indie-rock y se limitan a hacer canciones pop alcanzan las cotas más altas, y aunque dentro de este estilo tienen temas absolutamente maravillosos, éste los supera a todos ellos: en sencillez (el sonido es limpísimo, muy equilibrado), en adicción (la melodía es realmente hermosa, desprende una elegancia romántica fuera de lo común) y en precisión (en apenas tres minutos, tiene tantos momentos memorables que se hace difícil esperar a que se repita alguno por encima de los demás). Una de las joyas del pop contemporáneo, que no está más arriba en esta lista quizá por la falta de perspectiva.

93. Jesus and Mary Chain. Cherry Came Too (Reid/Reid). 1987

En su primer disco impactaron. Sorprendió mucho su sonido sucio, distorsionado, amplificado, tanto que no se prestó demasiada atención a lo que había debajo, unas melodías que beben de lo mejor de la música surf, de Spector, de Brian Wilson, lo realmente valioso por encima de las modas. La anécdota se quedó en lo contemporáneo, y aún hoy se sigue valorando ese disco más por su forma que por su fondo. Sin embargo, ellos se dieron cuenta y en el siguiente álbum limpiaron su sonido, disco al que pertenece esta joya, una canción de pop clásico que podría cantar perfectamente cualquier grupo de chicas de los 60.

94. Violent Femmes. Blister in the Sun (G. Gano). 1983

Al principio, Violent Femmes, dentro del pop británico de los 80, eran mucho más radicales que los otros grupos, optaron directamente por un sonido acústico que no lo parecía, porque estaba lleno de explosividad y de energía. La escucha de esta canción, con brutales cambios de ritmo y estribillos encendidos cantados casi a gritos, produce ese curioso efecto, al acabar nadie ha percibido demasiado que no hay amplificadores, la vitalidad de la canción es suficiente para no tenerlo en cuenta. Y por eso la he incluido en esta lista.

95. It’s A Beautiful Day. Girl With No Eyes (LaFlamme, LaFlamme). 1969

¿Cómo llamarlo? Quizá pop medieval, pero lo cierto es que cuando los grupos que a finales de los 60 empezaron a hacer algo parecido al rock progresivo se dejaban de digresiones vacías y de experimentos que no llevaban a ninguna parte, y se concentraban en aplicar sus hallazgos a la estructura pop clásica, lograban pequeñas maravillas. Si un grupo de trovadores recién venidos del siglo XIII se pusieran a grabar un single, el resultado sería parecido a esto.

96. REM. (Don’t Go Back To) Rockville (Berry/Buck/Mills/Stipe). 1984

Otro caso de mutación fascinante, y es que mientras que la mayoría de la gente conoce de REM la canción “Losing my religion” y poco más, lo cierto es que los inicios de su carrera, a principios de los 80, son impresionantes, de lo mejor que se hizo. En esta canción encontramos su pop introspectivo de por entonces, de estructura algo matemática, pero muy adictivo, y encima aquí revestido con un sonido country que lo hace más especial, sobre todo cuando llegamos al imbatible estribillo, uno de los momentos más memorables de los 80.

97. Sharon Marie. Thinkin’ Bout You (B. Wilson). 1962

A principios de los 60 el talento de Brian Wilson parecía un pozo sin fondo, no había límites posibles para ese derroche de creatividad, para ese amor declarado por el pop y la melodía pegadiza. Sus ideas eran tantas que aparte de grabar varios discos al año con The Beach Boys, se permitía componer para otros artistas. Aquí entra esta dulce, veraniega, inocente, casi aterciopelada canción de pop directo con la mirada fija en Phil Spector, que a manos de Sharon Marie suena emocionante.

98. The Flaming Lips. Evil Will Prevail (The Flaming Lips). 1995

The Flaming Lips siempre han tenido un sentido especial de la melodía, sus canciones son de todo menos clásicas en ese sentido, su particular personalidad queda patente en la escucha de cualquiera de sus discos. Tienen muchas grandes canciones, pero ésta quizá es la mejor, por ese pesimismo tan hermoso y esa guitarra que parece hurgar en la herida. Entrañable canción que adquiere unas connotaciones de tristeza universal.

99. Utopia. CryBaby (T. Rundgrend). 1984

Un momento, ¿esto no es rock adulto de los 80? ¿Esto no lo ha hecho un grupo del estilo de Van Halen, Bon Jovi y demás? Pues no, porque el responsable de la canción es Todd Rundgrend, una de las mentes más preclaras del pop desde finales de los 60, y aunque aquí en efecto se apropia de ese sonido comercial ochentero –como también se había apropiado del sonido Beatle en el disco Deface The Music–, la calidad de la canción, su infecciosidad, la maestría de su estructura no tienen nada que ver con sus referentes, está varios años luz más allá. Algo así como beber una coca cola gran reserva.

100. The Bangles. Going Down To Liverpool (K. Rew). 1984

Pop campestre, guitarras cristalinas, sensuales y hermosas voces, un estribillo fantástico para uno de los primeros éxitos de las Bangles, antes de que degenerasen en un grupo ultracomercial, cuando su referente todavía era la música de los 60 que amaban y no el dinero.

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